La vida de los pueblos, de los hombres y de las mujeres, se desarrolla en un presente continuo, de tal manera que lo que vivimos y lo que pensamos está directamente relacionado con el tiempo inmediatamente anterior e incluso con el más remoto. Nos advierte Pierre Vilar de que «el presente depende del pasado y el futuro nunca se hace a partir de la nada». Es en esta sucesión de tiempos en la que los archivos, como depositarios de nuestra memoria colectiva, cobran todo su sentido en tanto que son los nexos que ligan las etapas de nuestra historia.
El asidero de la memoria, nuestro anclaje con lo pretérito, es lo que nos permite construir nuestro presente y conquistar el porvenir con el mejor bagaje posible para la consecución del éxito. Es ahí donde reside uno de los muchos valores que atesora la exposición 120 años del 1º de Mayo, una muestra en la que podemos apreciar los cambios de significado que ha ido experimentando esta fecha en nuestro país, desde su instauración por la II Internacional. en julio de 1889, hasta nuestros días.
Su concepción es la de una línea circular en la que la narración expositiva arranca en el ámbito internacional, en los sucesos de Chicago de 1886, inicio de la reivindicación de la jornada laboral de ocho horas, y concluye con un panorama de la duración de la jornada en el mundo, con el epílogo del debate abierto en Europa por la directiva de Tiempo de Trabajo -conocida como «la de las sesenta y cinco horas».
El fondo documental sobre el que se ha estructurado la muestra es extraordinario, pues cuenta con material procedente de más de treinta archivos y centros documentales, nacionales y extranjeros, que poseen materiales relacionados con la memoria obrera.
Se trata, en suma, de una aportación importantísima al conocimiento colectivo del camino recorrido en la implantación de un derecho social básico de acuerdo con el modelo del Estado Social de Derecho que hemos elegido para organizar nuestra convivencia.
Debemos esta iniciativa al trabajo conjunto de la Fundación Anastasia de Gracia-FITEL, el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara y su Asociación de Amigos. Agradecemos el esfuerzo de todos ellos y, particularmente, el del personal responsable de dicho archivo, que ha dado muestras, una vez más, del compromiso que todo archivero manifiesta con la conservación y difusión de la verdad, virtudes que han inspirado también este catálogo que tiene entre sus manos, riguroso y didáctico a la vez, para dejar constancia de todo ello.